En publicaciones anteriores repasamos algunos de los mitos más extendidos en torno a la minería que, aunque han quedado completamente desfasados de la realidad actual del sector minero, todavía siguen siendo frecuentes entre la opinión pública. En el post de hoy desmentimos dos falsas ideas acerca de la extracción de uno de los metales más valiosos, necesarios y demandados de nuestro planeta, el oro.  

 

La demanda de oro podría satisfacerse sin necesidad de que exista la minería  

El oro ha sido desde la antigüedad, y continúa siendo en la actualidad, uno de los materiales más valiosos y demandados del mundo, ya que su uso es fundamental e insustituible en diversos sectores estratégicos como la medicina o la ingeniería aeroespacial, entre otros.  

El último informe emitido por el Consejo Mundial del Oro, la demanda de este metal precioso se ha incrementado un 18% en 2022, situándose cerca de las 5.000 toneladas, una cifra que no se alcanzaba desde hace una década.  

Según los datos del informe, en 2022 la oferta total de oro aumentó un 2 % y alcanzó las 4.755 toneladas. De esta cantidad, tres cuartas partes vienen de la actividad minera (3162 toneladas) mientras que las ganancias de la oferta de reciclaje fueron poco significativas, lo cual constata que el sector de la extracción sigue siendo imprescindible en el contexto actual para dar respuesta a la demanda global de oro. 

Los datos indican que la necesidad creciente de dicho material proviene principalmente de los bancos mundiales, que han solicitado la mayor cantidad de este metal en 55 años, con el objetivo de diversificar sus reservas y tener una mayor independencia del dólar.  

El metal amarillo ha sido tradicionalmente un valor refugio excepcional para las economías mundiales ya que, en tiempos de incertidumbre y turbulencia en los mercados, es un activo que mantiene su valor o incluso lo aumenta. Por ello, los bancos centrales aumentan sus reservas de oro en momentos de inflación y crisis, como el que estamos atravesando actualmente, para proteger el valor de su moneda. En estos casos también aumenta la inversión en oro de particulares para proteger sus capitales ante la devaluación monetaria.  

 

La extracción de oro supone un grave impacto para el medioambiente  

La creciente demanda de oro en el ámbito internacional ha motivado que muchos yacimientos que se encontraban extinguidos o paralizados alrededor del mundo hayan vuelto a ponerse en marcha en los últimos años. Esta reactivación de la actividad también ha puesto sobre la mesa viejos debates sobre el impacto nocivo de la minería en el medioambiente y la sociedad, unas afirmaciones que es necesario desmentir ya que están desfasadas de la realidad actual. 

En los últimos tiempos, la tecnología ha dado grandes pasos para evitar los daños que la actividad minera provocaba en el pasado. Además, el sector de la industria minera se ha marcado el objetivo de reducir sus emisiones a cero para el año 2050.  En este sentido, una de las iniciativas actuales más destacables es la de la mina de oro de Borden, en Canadá, la primera del mundo que funciona con máquinas subterráneas impulsadas con energía eléctrica y controladas a distancia.  

Los avances tecnológicos han ido a la par del desarrollo de una legislación más estricta en la protección medioambiental, con la aprobación de normas que regulan las emisiones, los vertidos y el uso de sustancias nocivas como el cianuro en las explotaciones. De esta forma, si un proyecto minero es aprobado es porque no supone un riesgo para el entorno.  

En definitiva, no cabe duda de que el oro es uno de los recursos naturales más útiles para el ser humano debido a sus inigualables propiedades y numerosas aplicaciones. Es por ello que su demanda no cesa y, de hecho, está en auge. La actividad minera continúa siendo imprescindible para que podamos seguir aprovechando las bondades de este metal precioso, llevando a cabo las actividades extractivas con riguroso respeto por el entorno y dentro de los márgenes reglamentarios vigentes.