Hoy, gracias a los avances técnicos y científicos, es posible resolver satisfactoriamente los desafíos complejos de la minería ligados a la sostenibilidad y las demandas legales y sociales. Mediante la innovación, podemos reducir o eliminar los impactos de la actividad, logrando recuperar los lugares que se hayan utilizado para la extracción de diferentes recursos naturales. El entorno puede volver a ser igual después de una explotación minera e, incluso en algunos casos, el entorno natural de las superficies restauradas puede ser mejor que el existente antes de iniciar la explotación, generando nuevos hábitats naturales. Gracias a los avances tecnológicos, se puede reconstruir la huella de la actividad de una mina con un sistema natural más diverso y controlado.

 

Aunque es cierto que cada explotación minera precisa de un plan de actuación preciso y específico, por lo habitual, el proceso final de la rehabilitación de minas y canteras se da en tres fases:

 

1.Remodelar la geometría mediante materiales propios previamente apilados y conservados. Las explotaciones suelen tener pendientes acusadas que dificultan la rápida colonización de la vegetación por lo que la remodelación de su topografía resulta fundamental para conseguir la máxima reconstrucción de la zona.

2.Sellar las superficies según el caso y los requerimientos.

3.Suministrar la tierra vegetal adecuada como soporte necesario de la nueva vegetación. Una vez la tierra se vuelve cultivable, se siembran las semillas más acordes a las necesidades de la zona.

 

En nuestro país se han llevado a cabo numerosas restauraciones con este modelo. La restauración geomorfológica es quizás una de las más utilizadas, pero siempre es importante adaptar el método para cada tipo de explotación. Las que más destacan en la actualidad, tanto por el impacto positivo como por la grandeza de la recuperación, son dos:

 

  • La mina de Meirama ha sido explotada desde 1980 hasta 2008. Una vez finalizada su explotación se apostó por la protección ambiental de la zona, con un plan de rehabilitación del lugar de 60 millones de euros. Después de realizar los estudios necesarios y después de 8 años llenando el lago con 150hm³ de agua procedente de arroyos de cabecera, hoy podemos decir que la mina de Meirama se ha convertido en el primer lago artificial capaz de abastecer un núcleo de población grande. Además, 730 hectáreas han sido reforestadas con 450.000 árboles plantados en la zona. Se trata de un gran ejemplo de rehabilitación de una cantera mina que se ha convertido en un espacio natural biodiverso y con unos resultados excepcionales.

 

  • La mina de As Pontes fue en su día la mayor explotación a cielo abierto de la península ibérica. La mina se mantuvo activa hasta 2007 y, ya en 2008, se empezó a llevar a cabo la inundación controlada del hueco minero, un proceso que perduró hasta 2021. Esta recuperación dio lugar a uno de los mayores lagos artificiales de Europa y un enorme enclave natural de gran riqueza ecológica. En total, fueron rehabilitadas 2.400 hectáreas.

 

La duración media actual de los proyectos mineros en España es de entre 10 y 25 años, con algunos de mayor duración. Todas las explotaciones iniciadas hace más de 25 años disponen de un plan de explotación y restauración inicial aprobado por la autoridad competente ya que la Ley lo exige para iniciar las explotaciones, además de importantes garantías económicas externas para asegurar la ejecución y cumplimiento de los planes de restauración aprobados. Así, se promueve el desarrollo completo de la explotación, potenciando la generación de riqueza para la comunidad y su entorno durante el periodo de vida útil de la mina, lo que contribuye al desarrollo económico de las comarcas en la que estén implantados y asegurando que la restauración planteada se llevará a cabo en cualquier circunstancia.